
Ana Osaba y Mus Cruza son las fundadoras de Musula Jewels, que emplea la delicada técnica ‘soutache’. Sus diseños coloridos y delicados han conquistado a rostros famosos, como Ainhoa Arteta, Samantha Vallejo-Nágera o Nieves Álvarez
Ana Osaba y Mus Cruza son las fundadoras de Musula Jewels, una firma de joyería y ‘soutache’ con base en Bilbao, pero que vende en quince países. Sus diseños, estudiados y muy coloridos, han conquistado a rostros famosos, como Ainhoa Arteta, Samantha Vallejo-Nágera o Nieves Álvarez, entre otros.
Su último lanzamiento es una colección cápsula que han bautizado MiAbril. Se trata de un homenaje a la feria de Sevilla y a la diseñadora Lourdes Montes, que ha usado los modelos en sus desfiles de traje de flamenca. «Nos han pasado cosas tan bonitas gracias a Musula», explica Ana. Entre ellas, formar parte de la plataforma Es Fascinante, la primera comunidad de moda y arte ‘made in Spain’ y que sus pendientes hayan desfilado por un escaparate inmejorable, la Barcelona Bridal Fashion Week.
La firma nació del interés de Ana por la moda y los complementos. Empezaron diseñando aquello que ella quería, pero no encontraba en ningún sitio. Mus, su madre, era la encargada de dar forma a ese torbellino de ideas. «La gente de alrededor empezaron a hacernos encargos». Ante tanto interés, se animaron a montar un showroom. Sus tocados y sus pendientes tuvieron mucho éxito,
En 2015 decidieron profesionalizar lo que era un hobby. «A mí me daba vértigo», confiesa Ana. «Sin embargo, yo lo tenía claro», dice la madre. Desde entonces hasta ahora, se han convertido en dos empresarias de éxito sin perder el lado artesanal que tienen sus joyas. Todas se hacen a mano, con delicadeza y mimo.
Seda y piedras semipreciosas
Los ‘Musula’ son piezas muy reconocibles que se hacen con la técnica ‘soutache’. Su nombre proviene del francés y significa trenza. Se trabaja con cordones de seda que se unen a través de puntadas invisibles. En el siglo XVIII, los modistas franceses la usaban para rematar los trajes y disimular las costuras. Ya entonces, utilizaban abalorios y piedras para hacerlos más llamativos.
La descubrieron durante unas vacaciones en el sur. «Me compré unos pendientes en una tienda y a través de ellos llegué a Dori Csengeri, la gran dama de esta técnica», relata Ana. La historia de esta diseñadora israelí de joyería contemporánea es una de sus grandes fuentes de inspiración. Como ella, Musula diseña joyas para una mujer actual que no es esclava de la moda. «Queremos que si alguien hereda una de nuestras piezas pueda seguir utilizándolas, independientemente de lo que se lleve entonces», explican.
Cordones, hilos, telas, piedras semipreciosas… son sus materias primas. Las buscan en su viajes, en ferias y a través de internet. Llegar a tener el mejor material es un trabajo que les ha llevado tiempo: son muy exigentes para que sus joyas tengan la calidad que ellas quieren. «Algunas veces compramos adornos que luego no usamos hasta que encontramos el diseño perfecto». Algo que puede tardar años.

Unos musula se cosen en, aproximadamente, dos horas y media. Pero llegar a ese diseño es una tarea que puede durar días. «Yo me encargo de hacer la primera pieza en negro», cuenta Mus, cuya vena creativa le llevó antes a pintar -su colección de meninas es impresionante-. En este caso, coge piedras e hilos en tono oscuro y va dando formas al pendiente. Luego, es su hija quien se encarga del color, su debilidad. «Me pierden», ríe.
Cuidado al detalle
Son madre e hija, pero en su negocio son dos profesionales con sus agendas y reuniones pautadas. Uno de los secretos durante sus ‘brain storming’ es el pañuelo de seda crudo sobre el que trabajan en su estudio. Sobre él colocan las piezas y empiezan a combinar formas, tonos… No todas las veces obtienen premio porque sus estándares de calidad son altos. Si algo no les convence, lo desechan y vuelven a empezar.
Pero no solo se encargan de los pendientes. Cuidan de absolutamente todo en Musula, donde los detalles son muy importantes. La caja en la que sus clientes reciben las piezas también la han diseñado ellas y va perfumada porque su producto es más que un objeto, tienen alma.